viernes, 7 de febrero de 2014

Esto lo escribí en mi blog el 25 de Enero de 2010 ¡Salta la Ranita!

Mis estudios de ingeniería no permitían fijar mi atención en lo que sucedía en los medios de comunicación, salvo en ocasiones en las cuales tenía lugar un suceso que me obligara a reparar en lo que estaba pasando. Y uno de estos sucesos, recuerdo, fue cuando un iracundo presidente de nuestro país se devolvió ante las cámaras de televisión y volteando bruscamente a un periodista le dijo: “A mi no me J… tu”.
Este causó estupefacción o al menos así me pareció, en la opinión pública, en el sentido de que no se podía entender cómo un Presidente venezolano, se dirigiera de esta manera hacia un periodista y más aún, ante un medio de comunicación audiovisual.
Traigo a colación esta reflexión porque, hoy en día, ejerciendo el oficio de periodista me ha tocado todo lo contrario: estar pendiente casi a diario de lo que pasa en todos los medios de comunicación, tanto escritos como audio visuales, como debe ser. Y reparo en el hecho de que, los venezolanos parece que nos acostumbramos a que el actual presidente haya hecho del lenguaje procaz y escatológico, como dicen los eruditos en esta materia, la regla y no la excepción, y que la opinión pública permanece adormecida y no reacciona ante este tipo de intervención del presidente en los medios de comunicación social.
Sin embargo, lo que llamó la atención esta semana es que el presidente, al referirse a la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, no usó la clase de palabras a que nos tiene acostumbrados, al contrario, se hizo de una anacrónica y con poco contenido venenoso: “cipote”.
Y me pregunto, ¿Cuándo cambió nuestra manera de percibir los valores a través de los medios de comunicación?. ¿Será que nos está sucediendo lo que a la ranita del cuento, que no se da cuenta de que el agua en la que está inmersa se está poniendo caliente y no se atreve a dar el salto fuera de la olla, para no morir sancochada?
A mi manera de ver, parece que los venezolanos estamos dentro de un caldo rojo que se esta calentando poco a poco y no nos estamos dando cuenta que vamos camino a morir sancochados en él si no damos el salto definitivo.
Como la ranita, pienso que es necesario que demos ese salto, si no queremos que los cadáveres de nuestros valores pronto floten a la deriva dentro de ese hirviente caldo rojo.

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Ingeniero Mecánico. Magister en Mantenimiento Industrial y Licenciado en Comunicación Social. Mención Desarrollo Social. Profesor Universitario de Pre y Post grado en Ingeniería