Por los tiempos que corremos hemos visto que en nuestro país existen muchos periodistas que han asumido un papel de defensa a través del ejercicio del periodismo, del proyecto político chavista, que como todos sabemos, ha sido uno, de los que yo tenga memoria, que más han atacado al periodismo privado e independiente.
Pienso que los políticos y gobernantes dependen mucho de lo que de ellos opinen los miembros de una sociedad y, de todos es conocido, que tienen mucho que esconder.
El ejercicio del periodismo ético, a mi manera de entender, comporta el hecho de buscar la verdad donde esté escondida; ya que ésta siempre es objeto de manipulación por los políticos que tratarán a toda costa, como mínimo, maquillarla.
Entonces, el ejercicio del periodismo siempre estará en el lado opuesto del quehacer político, por lo que periodismo y política no comulgan; salvo en el caso en que los servicios del periodista se requieran para actuar como especialista en comunicación. Pero ese es otro cantar.
Con base a esto y queriendo argumentar lo arriba afirmado, me tomo la osadía de copiar aquí, la respuesta dada por Javier Darío Restrepo, de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, a propósito de un foro cuyo objetivo fue aclarar esta inquietud. A continuación, lo planteado:
La credibilidad y la influencia del periodista se debilitan cuando depende de un partido o de un político. Hace fuerte al periodista la percepción de universalidad que deja su actividad en beneficio de todos los lectores, oyentes o televidentes. Y esto se obtiene cuando sus informaciones resultan de utilidad para todos, sean del sector, partido, religión o creencia que sea. Por el contrario, si crea la sensación de lealtad a un grupo, a un gobernante o político, y de partido tomado contra otro, el periodista pierde credibilidad e influencia. Además, sus informaciones serán miradas como propaganda de grupo y no como informaciones respetables. El perjuicio que se sigue de ese desmoronamiento de la credibilidad, es grande para el periodista y para el medio de comunicación, pero es aún mayor para la sociedad , que pierde un apoyo que le es indispensable. En materia política, un asunto de por sí discutible, tanto electores como gobernantes, tienen necesidad de una información sólida y creíble para tomar decisiones y consolidar sus apoyos, y esta es la información que solo puede dar un periodista independiente y por sobre toda sospecha de parcialidad. Cuando esa información no se da, la cohesión de los electores deja de ser racional y se vuelve emocional y fanática, y por tanto sujeta a todas las manipulaciones de la propaganda y del sectarismo. Esto explica las agresiones de que han sido objeto los periodistas a que alude la consulta. Se han situado en un terreno que no es el propio del periodista, en donde predomina el razonamiento inteligente y tranquilo y han permitido que en vez de ver a los otros periodistas como colegas, se los tenga como competencia, que es el primera paso para tratarlos como enemigos. En síntesis, se ha degradado la función de la profesión, la concepción del periodismo y la dignidad del periodista; toda una desafortunada cadena que solo se repara cuando se le recuperan al periodismo su condición universal y de servicio a toda la sociedad.
Documentación.
Un periodista debe ser creíble El proceso democrático depende de un flujo contínuo de información confiable, verdadera y exacta. Los periodistas son los primeros responsables de ese proceso. Su éxito –en realidad su supervivencia económica- depende del establecimiento de una relación de confianza con sus lectores, oyentes o televidentes. Tienen un contrato con la sociedad civil para recoger y difundir información, pero deben hacerlo de manera ética. Los periodistas que solo entregan un punto de vista, que hacen sensacionalismo al cubrir la noticias, que no informan acerca de sus fuentes o usan el engaño para reunir información sin una razón que lo justifique, están corroyendo esa relación de confianza que es esencial para el cumplimiento de la misión de la prensa en una sociedad democrática. Los periodistas deben ser independientes. El requisito de que los periodistas sean independientes del control del gobierno en una democracia es evidente por sí mismo y no necesita más explicación. Sin embargo la independencia del control del gobierno es insuficiente para un periodista ético. Los periodistas deben ser independientes de cualquier influencia externa o alianza comprometedora incluyendo las presiones comerciales y la participación en actividades políticas u otras causas que puedan ser vistas como conflicto de intereses. Esto no significa que el periodista deba ser un ermitaño social, pero es imperativo que no aparezca ante el público como una persona comprometida con ningún interés especial. Louis A. Day en La ética periodística en el nuevo milenio. Editorial Cuarto Propio, Santiago de Chile 2001, pp 31 y 32.Fuente: FUNDACIÓN NUEVO PERIODISMO IBEROMERICANO (FNPI)