Tener conciencia de mantenimiento se
manifiesta cuando una persona cuida lo que siente que le pertenece.
Esa sensación de que algo le
pertenece a una persona es lo que se denomina sentido de pertenencia.
Los seres humanos al congregarse en
un lugar geográfico forman sus ciudades que son un reflejo de su identificación
como ciudadanos.
Las ciudades son estructuras
organizadas en función de las costumbres de vivencia de las personas que la
habitan.
Existe una simbiosis entre una ciudad
y sus habitantes. Es decir, una ciudad se moldea según las costumbres de sus
habitantes y sus habitantes son moldeados por la ciudad de la cual forman
parte.
Los ciudadanos deben cuidar su ciudad
y en consecuencia las ciudades cuidan a sus habitantes.
Una ciudad sucia, con huecos en sus
calles, con una organización caótica refleja la manera de interactuar con sus
habitantes. Y esa suciedad y esos huecos tarde o temprano se convertirán en
daños potenciales para los ciudadanos.
Es poco probable que una ciudad se
deteriore por si sola. Ese deterioro tiene mucho que ver con una relación
enfermiza con sus habitantes. Una ciudad enferma genera ciudadanos enfermos y
viceversa.
Una ciudad saludable está habitada
innegablemente por ciudadanos sanos. Si un ciudadano no siente que pertenece a
una ciudad difícilmente la cuidará, no le hará mantenimiento, no tiene
conciencia de mantenimiento.
Es por eso que al examinar una
ciudad, se puede tener información valiosa de la calidad humana de sus
habitantes.
En tal caso, para que una ciudad sea
sana, limpia y con un mejoramiento constante requiere que sus habitantes también
reflejen esas cualidades.
Si se quiere vivir en una ciudad
sana, primeramente sus habitantes deben tener conductas saludables. Y eso se
logra con una conciencia de mantenimiento que permita que el vivir en una
ciudad sana se convierta en un hábito imperceptible.