Mientras en Cuba están buscando rendijas para dejar salir las expresiones de un pueblo oprimido por una revolución retrógrada y están dando pasos pequeños pero firmes, para conquistar la libertad de expresión perdida hace mas de cincuenta años, en Venezuela, una minoría con delirio de poder está tratando de enclaustrarnos dentro de un callejón sin salida, donde las únicas opiniones e informaciones que debemos asimilar son las que provienen de sus dudosas conveniencias.
Estamos perdiendo la Democracia en Venezuela y cada vez estamos en camino de ocupar el lugar que está dejando Cuba, bajo la mirada indiferente de la comunidad nacional e internacional.
Vemos con estupor que en la Asamblea Nacional, como algunos que se dicen Comunicadores Sociales avalan con sus discursos llenos de odio e ignorancia y sus aplausos entre risas irónicas, el cierre de canales por donde las opiniones disidentes puedan transitar, arreando hacia el redil de su anacrónico socialismo del siglo XXI a muchos incautos que creen que van hacia la felicidad que ellos demagógicamente han estado ofreciendo durante mas de once años y que aún, ¡oh sorpresa!, no hemos alcanzado.
Los cubanos han logrado, después de cincuenta años de dictadura revolucionaria que se les abra un micrófono para destrabar esa garganta que adolorida de tanto reprimirla por fín encuentra una rendija por donde desahogarse.
Mientras en Venezuela a pesar de años de democracia, imperfecta claro; unos retrógrados a los que se les confíó el timón de la Venezuela que hace once años había perdido el rumbo, nos están llevando a navegar aguas turbias que la revolución cubana se encargó de crearlas y que hoy, mediante un micrófono abierto al mundo está abandonando.
Estamos perdiendo la Democracia en Venezuela y cada vez estamos en camino de ocupar el lugar que está dejando Cuba, bajo la mirada indiferente de la comunidad nacional e internacional.
Vemos con estupor que en la Asamblea Nacional, como algunos que se dicen Comunicadores Sociales avalan con sus discursos llenos de odio e ignorancia y sus aplausos entre risas irónicas, el cierre de canales por donde las opiniones disidentes puedan transitar, arreando hacia el redil de su anacrónico socialismo del siglo XXI a muchos incautos que creen que van hacia la felicidad que ellos demagógicamente han estado ofreciendo durante mas de once años y que aún, ¡oh sorpresa!, no hemos alcanzado.
Los cubanos han logrado, después de cincuenta años de dictadura revolucionaria que se les abra un micrófono para destrabar esa garganta que adolorida de tanto reprimirla por fín encuentra una rendija por donde desahogarse.
Mientras en Venezuela a pesar de años de democracia, imperfecta claro; unos retrógrados a los que se les confíó el timón de la Venezuela que hace once años había perdido el rumbo, nos están llevando a navegar aguas turbias que la revolución cubana se encargó de crearlas y que hoy, mediante un micrófono abierto al mundo está abandonando.
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