miércoles, 14 de abril de 2010

¿A que hora pasa el tren de las seis?

Parece una pregunta necia. Pero si vivimos en un país como Venezuela, no es extraño que sea muy común este tipo de expresión.

Los venezolanos nos hemos acostumbrado a la impuntualidad.Parece ser un comportamiento cultural, hasta el punto de que es muy común programar una reunión una media hora antes “porque lo mas seguro es que todos lleguen media hora retardados”, y así podemos comenzar la reunión puntualmente.

Asi es como vemos que los horarios de trabajo se “flexibilizan” no colocándole la inasistencia al empleado hasta que no se cumplan los primeros quince minutos, a partir del cual, el diligente controlador de recursos humanos, quien llegó diez minutos tarde, coloca en la casilla correspondiente el sello de “INASISTENTE”.

Y esta impuntualidad no sólo se refleja en la asistencia a todos los compromisos que adquieren los venezolanos; este fenómeno se transmite a los tiempos de entrega de compromisos y tareas.

Esto provoca que muchos proyectos se vean retrasados en su fecha de entrega porque las personas involucradas tienen como costumbre tomarse una holgura para realizar sus labores individuales, y entre holgura y holgura se consume una gran cantidad de tiempo que “justifican” la entrega tarde de dicho proyecto (si es que se entrega).

Si nos ponemos a cuantificar todas las pérdidas, no solo de recursos temporales, sino también materiales, podemos constatar con estupor, la inmensa pérdida de productividad en nuestro trabajo individual, lo que se traduce, seguramente, en una pérdida, nada pequeña para el país.
Existen sin embargo, excepciones a esta regla. Muchos venezolanos correctos, si observan una extraordinaria disciplina en sus quehaceres. Gracias a los cuales, el aparato productivo de nuestro país se mantiene, a duras penas, en movimiento. Sin embargo no son suficientes esos esfuerzos. Se necesita del concurso de todos los habitantes de nuestro país.

Venezuela en un país con inmensas riquezas, pero desafortunadamente con muchos venezolanos pobres. No porque no tienen dinero, que también hay muchos; sino porque una inmensa cantidad de ellos son impuntuales no solo en el cumplimiento de sus deberes sino también en la adquisición de hábitos propios, que deliberadamente, los conduzcan a una prosperidad que seguramente obtendrían si por una vez en sus vidas llegasen temprano a su cita con el crecimiento de Venezuela.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Datos personales

Mi foto
Ingeniero Mecánico. Magister en Mantenimiento Industrial y Licenciado en Comunicación Social. Mención Desarrollo Social. Profesor Universitario de Pre y Post grado en Ingeniería