jueves, 28 de enero de 2010

BASURA EN EL ESPACIO



Cuando Edward White, astronauta estadounidense, dejó caer su guante en su primera caminata espacial en 1965, lejos estuvo de enterarse que ese elemento daría comienzo a las dos mil toneladas de basura cósmica que hoy orbitan peligrosamente alrededor de la Tierra.
Este guante forma parte de los 110.000 objetos de mas de un centímetro que debido a las exorbitantes velocidades con que surcan el espacio, representan un peligro cierto para los dispositivos espaciales, que como los satélites comunicacionales, actualmente están en funcionamiento en el espacio exterior.
Un solo elemento de estos, a una velocidad de aproximadamente 28 mil kilómetros por hora, podría eventualmente, destruir en segundos a cualquier dispositivo que esté operativo, y que no sólo representaría una pérdida para la ciencia terrestre, sino, lo que es peor aún, aumentaría cada vez más el volumen de la chatarra cósmica.
Según expertos en el tema, la basura cósmica está creciendo de manera exponencial y puede llegar el momento de que sea incontrolable y de consecuencias inimaginables.
Son muy pocas las naciones que le están prestando atención a este fenómeno, que no es natural, ya que absolutamente todo lo que está pasando alrededor de él, es consecuencia de la mano del hombre, quien, como sabemos, siempre deja basura, en el camino que transita y el espacio sideral no es la excepción.
Recientemente, como un presagio apocalíptico, se reportó un choque entre un satélite ruso, ya inoperativo y uno estadounidense en funcionamiento, dejando tras de sí una nube de chatarra que vino a acrecentar la alarmante presencia de basura cósmica, que rodea, cual casa abandonada a nuestro planeta.
Para hacernos de una idea de lo que esto representa, el choque de un objeto de 80 gramos equivale a la explosión de un kilo de dinamita: IAC. De hecho estas colisiones se han estado presentando cada vez con más frecuencia y, según los observadores, estaciones satelitales que orbitan alrededor de la tierra ya presentan gran cantidad de agujeros que eventualmente lo convertirían en chatarra cósmica.
Y el problema no llega hasta allí. Cuando los objetos son de considerable masa, pueden perder su órbita y precipitarse hacia la Tierra y ocasionar no solo daños materiales, sino también humanos.
Afortunadamente hasta ahora no se han reportado daños notables a consecuencia de este fenómeno. Como por ejemplo la precipitación a tierra de la estación espacial estadounidense Skylab cuyos pedazos cayeron en 1979 sobre el océano Indico sin aparentemente daños que lamentar.
Sin embargo, de no conseguir una solución rápida a este problema, mas temprano que tarde, el planeta se verá envuelto en cada vez más frecuentes lluvias de chatarras, que no sólo se convertirían en un daño ambiental mayor sino también en una amenaza cierta para la supervivencia de los que habitamos este planeta.

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Ingeniero Mecánico. Magister en Mantenimiento Industrial y Licenciado en Comunicación Social. Mención Desarrollo Social. Profesor Universitario de Pre y Post grado en Ingeniería