Cuando en la Universidad, como una asignación en una de las asignaturas, tuve que leer “La Comunicación Cercenada”, del comunicólogo venezolano, Antonio Pasqualli, mi análisis fue enfocado principalmente con la intención de obtener una buena calificación en la materia en cuestión, y recuerdo, sin necesidad de volver a leer la obra, cuáles son las razones que esgrime el autor para sostener lo que afirma en el título.
Pasqualli, argumenta que en los momentos en que escribió la obra, los servicios comunicacionales, llámense teléfono, televisión, radio y correo estaban en unas condiciones de funcionamiento que hacían cuesta arriba la efectividad de las comunicaciones y mi análisis se limitó a explicar estos argumentos que aunque efectivamente válidos, no los sentí en ese momento como reales. Después de todo, yo disfrutaba de unos buenos servicios y de un adelanto tecnológico que no fue objeto de estudio en el texto porque no estaba vigente en la época en la que fue escrito: Internet.
Pocos años hacen desde mi análisis académico de la obra, y todo apuntaba a que nuestros servicios comunicacionales contradecían día a día lo afirmado por el comunicólogo estudiado.
Hasta esta semana que me vi de repente sin rumbo al comprobar que la señal de Internet dejó de enviar información a mi computadora.
El uso de esta herramienta de información se ha convertido en obligación para los periodistas de hoy en día y yo no soy la excepción. La búsqueda de información diaria de los acontecimientos mundiales en Internet se ha hecho cotidiana y a veces hasta imprescindible, por la velocidad con la que transita a lo largo de la red de redes.
Una semana completa duró la ausencia de la autopista de la información en mi computador. La CANTV, ante los reclamos hechos, sólo aducía a través de un contestador automático: “En estos momentos estamos realizando reparaciones en nuestra plataforma, disculpen la molestia”.
¡Una semana fuera de la información de Internet!.
Si bien es cierto que podría conectarme en otra parte, lo cual hice, pero esto me obligó a consultar en tiempos específicos y no con la rapidez, frecuencia y comodidad de mi casa.
Lo cierto es que me vi formando parte de los argumentos que Pasqualli usó para escribir su libro y constatar con impotencia que no pude alimentar mi blog durante esa larga semana porque CANTV, con su ineficacia decidió Cercenar mi comunicación.
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