miércoles, 24 de julio de 2013

QUE LA DIVINA PASTORA TE BENDIGA Y TE PROTEJA




Divina Pastora Bendita!, es la exclamación del larense ante las calamidades. “Que la Divina Pastora te proteja y te acompañe”, es la bendición con que el barquisimetano se despide de sus seres queridos.

El día a día de los moradores de esta ciudad crepuscular está impregnado con la amorosa presencia de la virgen y no hay un instante en el que no esté presente en sus mentes y en sus almas.

Los barquisimetanos y gran parte de los larenses nacen, crecen, prosperan y mueren venerando a la Divina Pastora. Nada mas ver la luz, cada uno de nosotros es mostrado ante la virgen como un gesto de agradecimiento por el milagro concedido ante la petición de nuestro bien nacer. Y cada catorce de enero, somos llevados a la procesión para que la virgen siga protegiéndonos durante nuestro transitar por la vida, estemos donde estemos.

Nuestro gentilicio está estrechamente ligado a la Pastora de las almas porque ella forma parte indisoluble de nuestra cultura y educación.

Es así como, cuando estamos en la primaria y tenemos la fortuna de estudiar en una escuela que esté en el camino por donde pasa una de las innumerables procesiones que realiza la virgen cuando va de parroquia en parroquia, durante los largos meses en que está en la ciudad, nos engalanamos para recibirla como una actividad significativa de nuestra formación escolar.

Y no solo los estudiantes. Los comerciantes y trabajadores también año tras año; y como si fuese una faena obligatoria para la prosperidad de sus negocios, dedican sus mejores ofrendas a la virgen, venerándola con sentida emoción.

En los días el los que la Zagala pastorea las almas por la ciudad yendo de iglesia en iglesia, la gente puede encontrarse con una  de esas procesiones y agregarse a ella y aprovechar para rezarle y pedirle un milagro para la pena que les aflige en ese momento.

La Divina Pastora no solo recibe en su regazo a los agradecidos por los favores concedidos sino también a los que han perdido a sus seres queridos y van en busca de consuelo ante la madre que está siempre dispuesta a ofrecerlo.

Nos muestra la santísima virgen a su hijo Jesús para que confiemos en él y vivamos en paz espiritual y nos recuerde cuan amados somos.

Por eso, los primeros días de cada año, los barquisimetanos nos quitamos los trajes navideños y nos vestimos de espiritualidad para, multitudinariamente, acompañar con regocijo a nuestra Divina Pastora, como ovejas prestas a recibir todos los dones espirituales que nos trae, y comenzar cada año con amor y optimismo y con la presencia maternal eterna, que nos refrescará y consolará durante toda nuestra existencia.


Madre Santísima, tus hijos siempre te tenemos en nuestros corazones y te agradecen que nos ofrezcas tu regazo, donde sabemos que estaremos  eternamente protegidos. 

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