domingo, 21 de febrero de 2010

El sentido de Pertenencia y la Conciencia de Mantenimiento

Al comenzar a implantar un plan de mantenimiento nos preguntamos si va a tener el éxito que se espera. Mucho de este éxito depende de la gente ejecutora; es decir el último eslabón de la cadena de mando. Pero ,¿está esta gente comprometida con la misión que tiene el mantenimiento en la empresa?. ¿Cómo garantizamos que al darnos la vuelta el personal se mantenga comprometido con los objetivos del plan a desarrollar?
Pienso que ese compromiso que cada uno tiene con la ejecución del mantenimiento no es nada mas con la empresa en la que se trabaja sino también con la persona misma que ejecuta el mantenimiento. Es con su fuero interno. ¿En realidad las personas comprometidas tienen la necesidad de hacer mantenimiento?. ¿Qué se plantea la gente a la hora de realizar mantenimiento?¿Siente que está cuidando algo suyo? Y si es así ¿Cuan suyo cree que es el objeto a mantener?.
El mantenimiento no es un acto aislado y sencillo de sólo garantizar que el equipo que estamos usando no falle. En el acto de mantenimiento está implícito toda una conducta; un comportamiento adquirido; una razón de ser del individuo. Generalmente, el mantenimiento se le deja a una persona o grupo de personas “especialistas” en estas actividades; es decir, el usuario del objeto espera, una vez que ha ocurrido una falla, que personas ajenas al uso del equipo lo repare. En otras palabras, el operador no se responsabiliza por volver a poner en funcionamiento el equipo. Y se desliga de su cuidado.
Mantenimiento por el contrario es cuidar lo que uno siente que le pertenece; y este sentido de pertenencia es parte del día a día del individuo que forma parte de una familia, y ésta a su vez de una sociedad ; y esta sociedad de un país que tiene una cultura que debe haber sido transmitida de generación en generación.
El sentido de pertenencia de un individuo que forma parte de una sociedad depende de cuan efectiva ha sido la transmisión de su cultura. Si se conoce de donde se viene, qué fue lo que tuvo que pasar para que dicha sociedad haya llegado donde ha llegado, entonces se siente que lo que allí se encuentra tanto la infraestructura como la superestructura han sido resultado de esfuerzos que sus antepasados hicieron y que les ha sido heredado. Y es allí donde se siente que todo lo que nos rodea nos pertenece y que si esto está internalizado se debe cuidar, mantener, mantenerlo vivo para nuestras futuras generaciones.
Esta utopía no se ve en nuestros paises del tercer mundo donde las necesidades primarias de la mayoría de sus habitantes los hace olvidar que tienen un pasado y es el presente inmediato con sus múltiples problemas el que hay que enfrentar y no teniendo cabida alguna un futuro que se hace cada vez más incierto. La pobreza crítica que vive la gran mayoría de los habitantes de nuestros paises los hace comportarse como describo en el párrafo anterior, es decir, su motivación es hacia conseguir el sustento diario.
Los intereses del tercermundista (la mayoría, no todos) no están en cuidar las ciudades donde vive, ni en el sitio donde trabaja; aunque quisieran; sus preocupaciones de sustento diario no le permiten pensar en otras cosas que las de sobrevivir el día. Esto hace que el tercermundista no tenga sentido de pertenencia (varios estudiosos lo han corroborado), la prensa diaria está plagada de ejemplos: inundaciones, pérdidas materiales de estructuras que se hacen notar sólo cuando se caen por falta de cuidado, apagafuegos por todos los lados, improvisaciones en las construcciones, crecimientos desmedidos y caóticos, en fin, tantas cosas evitables tan solo con cuidarlas.
El sentido de pertenencia es interno (dentro de la jerarquía de necesidades de Abraham Maslow, está en tercer lugar); es decir, es una voz que tenemos que nos dice qué es lo qué es nuestro, cuales son las consecuencias de su descuido. Pero esta internalidad es creada; debemos aprender y a tener la certeza de que algo nos pertenece. Como dice Stephen Covie en su libro “Los siete hábitos de la gente altamente efectiva” :....es necesario experimentar la posesión de las cosas....; es decir, esto es un acto interno. Pero lamentablemente los habitantes de nuestros países son extremadamente externos. No hacen que las cosas sucedan. Esperan que las cosas sucedan por si mismas. No creen que tienen control de su realidad. Esperan que venga un “santo” que les resuelvan sus problemas.

La educación en Venezuela es puntual ; es decir, se nos enseña acontecimientos eventuales, sincronizados, fijos y frívolos. No nos dicen qué ocurría con el pueblo , cual era su motivación, qué los hacia caminar por todo el continente suramericano a pelear por lo que creían suyo. Entonces nuestro conocimiento de la historia se limita a nombres y a fechas que nada nos dicen de los trascendental de los acontecimientos que están detrás de esos nombres y fechas. Pareciera que la Venezuela que hoy disfrutamos no ha costado nada. De allí que el venezolano puede ser que no sienta al pais ni a sus instituciones como suya. Entonces ocurre la catástrofe, vemos por todos lados edificios enfermos, calles sucias, rotas....¿Por qué cuidarlas si nada de estos es mio...? parece ser el pensamiento del venezolano marcado por clases sociales conformistas sin sentido de oportunidad.
Todo puede prosperar en un pais como Venezuela donde tenemos todo tipo de ambientes playeros, desiertos, montañas con nieve, selva y un largo etc. y esto nos proporciona infinitas fuentes de energía y divisas. Como decía mi profesora de geografía económica: “... cuando Dios repartió las riquezas en el mundo, las puso casi todas en Venezuela...”. Y entonces ¿Qué pasa con el venezolano?: Es muy inmediatista, muy externo, no está motivado al logro, su educación ha sido extremadamente mágico-religiosa donde se le enseña que todo lo bueno y no tan bueno que le pasa es gracias a la divina providencia o a las fuerzas de la naturaleza y no a sus propios actos. Todo lo debe resolver Dios: ”... hasta que la máquina vuelva a funcionar...” y la máquina no funciona y muere por culpa de Dios. Y como no es culpa mia que la máquina muera, entonces colocamos otra nueva y se la dejamos también a Dios.
Entonces ¿Qué se puede hacer ante semejante panorama?. La respuesta es concientizar, renovar y recordar valores, hacerle sentir que todo esto es suyo y que merece su cuidado; crear conciencia de mantenimiento. Y alli podemos dar vuelta con la certeza de que nuestros planes tendrán éxito.

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