Divina Pastora
Bendita!, es la exclamación del larense ante las calamidades. “Que la Divina
Pastora te proteja y te acompañe”, es la bendición con que el barquisimetano se
despide de sus seres queridos.
El día a día de
los moradores de esta ciudad crepuscular está impregnado con la amorosa
presencia de la virgen y no hay un instante en el que no esté presente en sus
mentes y en sus almas.
Los
barquisimetanos y gran parte de los larenses nacen, crecen, prosperan y mueren
venerando a la Divina Pastora. Nada mas ver la luz, cada uno de nosotros es
mostrado ante la virgen como un gesto de agradecimiento por el milagro
concedido ante la petición de nuestro bien nacer. Y cada catorce de enero,
somos llevados a la procesión para que la virgen siga protegiéndonos durante
nuestro transitar por la vida, estemos donde estemos.
Nuestro
gentilicio está estrechamente ligado a la Pastora de las almas porque ella
forma parte indisoluble de nuestra cultura y educación.
Es así como, cuando
estamos en la primaria y tenemos la fortuna de estudiar en una escuela que esté
en el camino por donde pasa una de las innumerables procesiones que realiza la
virgen cuando va de parroquia en parroquia, durante los largos meses en que
está en la ciudad, nos engalanamos para recibirla como una actividad
significativa de nuestra formación escolar.
Y no solo los
estudiantes. Los comerciantes y trabajadores también año tras año; y como si
fuese una faena obligatoria para la prosperidad de sus negocios, dedican sus
mejores ofrendas a la virgen, venerándola con sentida emoción.
En los días el
los que la Zagala pastorea las almas por la ciudad yendo de iglesia en iglesia,
la gente puede encontrarse con una de
esas procesiones y agregarse a ella y aprovechar para rezarle y pedirle un
milagro para la pena que les aflige en ese momento.
La Divina
Pastora no solo recibe en su regazo a los agradecidos por los favores
concedidos sino también a los que han perdido a sus seres queridos y van en
busca de consuelo ante la madre que está siempre dispuesta a ofrecerlo.
Nos muestra la
santísima virgen a su hijo Jesús para que confiemos en él y vivamos en paz
espiritual y nos recuerde cuan amados somos.
Por eso, los
primeros días de cada año, los barquisimetanos nos quitamos los trajes
navideños y nos vestimos de espiritualidad para, multitudinariamente, acompañar
con regocijo a nuestra Divina Pastora, como ovejas prestas a recibir todos los
dones espirituales que nos trae, y comenzar cada año con amor y optimismo y con
la presencia maternal eterna, que nos refrescará y consolará durante toda
nuestra existencia.
Madre Santísima,
tus hijos siempre te tenemos en nuestros corazones y te agradecen que nos
ofrezcas tu regazo, donde sabemos que estaremos
eternamente protegidos.
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