Siendo muy difícil apreciar donde termina el arte y principia la ciencia, si la inclinación de mi sobrino Fernando lo decide a aprender algún arte u oficio yo lo celebraría, pues abundan entre nosotros médicos y abogados, pero nos faltan buenos mecánicos y agricultores que son los que el país necesita para adelantar en prosperidad y bienestar. Simon Bolívar; Lima, 1825
viernes, 23 de julio de 2010
VENEZUELA FUERA DE ISO.
La calidad de un producto se mide cualitativamente tomando en cuenta cuán aceptable es dicho producto para el consumidor. A medida que se adapte o supere las expectativas del consumidor, el producto en ciernes es de mayor calidad.
En ese sentido, cuando decidimos consumir algún producto, lo primero que objetamos es si satisface o no nuestra necesidad en forma cabal, si no, entonces buscamos otro que si cumpla con el cometido.
Es decir, el que dicta la calidad de un producto es, llegando a las chiquiticas, el consumidor final. Lo cual nos da el derecho de elegir qué consumir o no.
Toda empresa debe regirse por un conjunto de normas que le permitan mantenerse equilibrado con los gustos de sus clientes, es decir, si una empresa no tiene en cuenta esto, tarde o temprano sucumbirá ante una competencia que sí lo hace.
En Venezuela tenemos las normas .COVENIN, (COMISIÓN VENEZOLANA DE NORMAS INDUSTRIALES), sobre la cual se rigen la mayoría de las políticas de producción de todas las empresas, además de contar con las normas internacionales I.S.O. que le permiten competir con empresas extranjeras, ya que este conjunto de normas rigen la calidad de los productos y servicios que se comercializan a nivel mundial, y si una empresa venezolana cumple con dichas normas, la acreditan para comercializar con éxito sus productos en el extranjero. Es decir, las normas I.S.O. permiten establecer criterios para comercializar los productos y servicios y decidir cuáles entran o no al mercado internacional.
En los últimos años, Venezuela ha pertenecido a este organismo internacional, y la industria petrolera ha sido una fiel cumplidora de estas normas que le han permitido tener credibilidad en la calidad de sus producto ante los países miembros.
Recientemente, concretamente a finales del año 2009, el exministro Eduardo Samán , decidió que Venezuela debe retirarse de este organismo por considerar que excluye a pequeñas industrias y que no les permiten competir en el mercado internacional.
Por lo tanto, actualmente nuestro país está excluido del organismo,aun cuando las certificaciones siguen vigentes ,y ahora se regirá por normas redactadas por organismos gubernamentales.
Se ignora cual es la verdadera intención de este retiro, pero sin lugar a dudas se vislumbra un camino bastante tortuoso para la industria venezolana en el exterior. Ya que al no cumplir con las normas I.S.O. será excluida irremediablemente del mercado internacional lo que constituiría un zarpazo mas a la iniciativa e inversiones privadas en el país y un declive en nuestra economía, que definitivamente nos aislará de la economía mundial
sábado, 10 de julio de 2010
¿Saldremos algún día los venezolanos de este caos?
Mientras los personeros del gobierno salen todos los días por sus medios de comunicación diciéndole a los venezolanos que todo en el país va muy bien y que el socialismo es la gran solución para nuestros grandes problemas (llevan mas de once años hablando de lo mismo); cada día los que caminamos por estas calles de Venezuela no entendemos por qué cuando salimos a comprar algo para saciar nuestras necesidades mas inmediatas no nos alcanza lo que cargamos en el bolsillo para satisfacerlas todas.
Y es que el dinero que tenemos, cualquier cantidad que sea, se nos disuelve en las manos y éstas quedan cada vez mas vacías.
¿Será que estamos transitando un país paralelo al que describe el gobierno?
¿Dónde está esa Venezuela que ellos pintan?
¿Cuándo y cómo salimos de ella?
¿Quienes están allá? ¿Cual es esa Venezuela donde abundan esos recursos que ellos dicen?. Porque, francamente, muchos venezolanos como que estamos andando ( o desandando) por un camino equivocado.
Ciertamente, la Universidad Central de Venezuela, como que está también del lado de los muchos venezolanos que vivimos en la zona desconocida por el gobierno, porque a juzgar por el comunicado publicado por su Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, muestran un panorama sombrío de la economía venezolana que estoy seguro que mas temprano que tarde, uno de los Dioses del Gobierno bajarán de su Monte Olimpo a desmentir.
Si no me creen, aquí les coloco el comunicado. Y dígame de qué lado de Venezuela está usted; y si es de los afortunados que están del lado venezolano de felicidad que vemos en los medios de comunicación oficiales, por favor indíquenos a todos lo venezolanos cómo llegar allá porque todos tenemos el derecho constitucional de disfrutarlo también.
Facultad de Ciencias Economicas y Sociales de la U.C.V se pronuncia ante grave panorama nacional
martes, 6 de julio de 2010
PARANOIA A BORDO
Subí al taxi para hacer una diligencia al centro de la ciudad. En el camino, como es de costumbre, subió un tipo con cara de todo, menos de enfermo e inmediatamente comenzó a soltar su bien pensado discurso. No sin antes sentir que, del susto, mi corazón parecía que iba a salirse por mi boca, al recordar una reciente conversación en la que se aludía a una experiencia similar en el que dos malandros subieron al taxi donde se trasladaba la protagonista del cuento y según cuenta, obligaron a todos los que ocupaban el taxi; todas ellas mujeres, por cierto, a que les dieran dinero en billetes mas no en monedas, en un tono por demás amenazador. De seguidas, todos tuvieron que desembolsar billetes, bajo la esquiva y temerosa mirada del chofer.
Toda esta escena la rememoraba mientras, el tipo que subió a mi taxi seguía con su discurso y mi desfallecimiento fue casi total al ver que a mitad de su palabrería, se levanta la franela, para mostrar un bulto que llevaba por debajo. La imagen del revólver que mi paranoia construyó se convirtió al mirar fijamente lo que mostraba el personaje en cuestión, en una bolsa plástica que según sé, recoge los restos de una colostomía que colgaba en uno de sus costados.
Los latidos del corazón no cesaron, y esta vez no porque estaba reaccionando al miedo sino a mi vergüenza por haber juzgado de mala manera al señor que pedía una colaboración para reunir dinero y costear el tratamiento que a estas alturas del cuento, me di cuenta que necesitaba para recobrar su salud.
Mi mente paranoica estuvo tan ocupada y asustada que vine a reaccionar favorablemente, cuando el señor se bajó del taxi con las manos casi vacías ya que supongo que no fui el único de todos los que lo ocupábamos, a quien no le dio tiempo de revisar si tenía algunas monedas excedentes y colaborar con la salud del señor que abordó intespectivamente hacía siglos el transporte colectivo que me dejó en mi lugar de destino y recordar, sacudiéndome, cuál era la diligencia que iba a hacer.